Ilustración de Nicoletta Tomas Caravia |
Miguel Méndez Camacho
TRES POEMAS
LA SOLEDAD
Si miramos el rostro de la amada
y cerramos los ojos
para palparlo luego en la memoria
el fantasma del miedo nos traiciona.
Por eso los amantes
no se dan nunca nada el uno al otro
y las manos que recorren los cuerpos
no persiguen la piel
sino el olvido de la futura soledad.
Y las caricias se prodigan
no a los cuerpos
sino al vacío de la ausencia
al temor de quedar sin compañía.
TRISTURA
Las primeras señales del olvido
no son ritual de puertos o viajeros,
las ausencias
no requieren de adioses.
Los abandonos
no necesitan ceremonias.
Uno se va sin trenes,
sin aviones,
uno se van sin barcos.
Uno se va.
PARA DOS HABITANTES SOLITARIOS
de tres por cuatro metros
al final de una cómplice escalera,
que a veces sube
a hacernos la visita.
Que inexpugnable fortaleza
de cielos alquilados
con puertas de frontera
y cortinas de puentes levadizos.
Qué poderoso nuestro reino
de reyes, siervas, amos,
esclavos y princesas
para dos solitarios habitantes.
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