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lunes, 28 de septiembre de 2015

Alberto Barrera Tyszka / El lugar del crimen

El lugar del crimen

Vengan a ver en vivo y en directo el horror de la realidad. No se pierdan el testimonio de un homicida de 13 años


"No busco fama, sino justicia”, dijo Laura Bozzo, famosa conductora de estridentes reality shows en América Latina. Con esa frase, trató de justificar sus intenciones de participar en el juicio que se les sigue a cinco adolescentes, señalados de haber asesinado a un niño de seis años de edad.
Todo es aterrador. Sucedió en Chihuahua, al norte de México. Cinco muchachos decidieron jugar al secuestro con Christopher Márquez. Lo ataron, lo golpearon, lo asfixiaron. También le hundieron un puñal en la espalda. Suele ocurrir: cuando la víctima muere, se acaba el juego. Los adolescentes decidieron enterrar al niño y fingir que nada había pasado. Cuando la policía comenzó a investigar, aparecieron las contradicciones y se descubrió toda la verdad. El escándalo todavía estaba caliente cuando el equipo del programa de Laura Bozzo apareció ante la madre de Christopher y se ofreció para representarla y hacer el seguimiento del caso.

Cuando la madre del asesinado no acudió al ‘reality-show’ el espectáculo de la verdad perdió un capítulo
Vengan a ver en vivo y en directo el horror de la realidad. No se pierdan el testimonio de un homicida de 13 años. No dejen pasar esta gran posibilidad de disfrutar de tanta muerte. La tragedia al alcance de todos: un éxito seguro. Laura Bozzo lo sabe. Esa es la materia de su negocio. Ha vivido de esto durante muchos años. Sus programas se caracterizan por presentar casos supuestamente reales, donde personajes de los sectores populares ponen sus miserias y ella derrocha gritos e insultos. Nacida en Perú y radicada en México desde hace años, su propia trayectoria personal es también un catálogo de polémicas, entre las que destacan acusaciones de corrupción, críticas constantes a la mediocridad de su trabajo y al uso inescrupuloso de la miseria ajena como fuente de entretenimiento, denuncias sobre una probable relación sentimental con Vladimiro Montesinos, el hombre fuerte en la época de Fujimori… Quizás su vida se parece cada vez más a su programa. Es una versión mediática de la existencia. “No busco fama, sino justicia”, dice. Pero Laura Bozzo también sabe que la fama es la única forma de justicia que puede ofrecer la televisión.
Después de un proceso algo confuso y de mucha presión a través de las redes sociales y de la opinión pública, la madre del niño asesinado decidió romper el acuerdo que presuntamente tenía con la animadora. El espectáculo de la verdad perdió un capítulo.
Los crímenes también son un síntoma. A veces, con escalofriante nitidez, retratan el lugar donde se producen. Un territorio donde los niños juegan al secuestro y donde un reality show se propone como espacio de la vida institucional. Un país donde, al parecer, la justicia solo existe en el prime time, solo puede ser una ficción televisiva.



domingo, 27 de septiembre de 2015

El crimen de un niño a manos de otros menores sacude a México

Niño asesinado en Chihuahua
Traslado de los restos del niño asesinado en Chihauhua / EFE

El crimen de un niño a manos de otros menores sacude México

Los detenidos por la tragedia de Chihuahua dijeron que querían jugar a los secuestradores



La infancia puede ser un juego o un infierno. En la colonia Laderas de San Guillermo, el pasado jueves, fue las dos cosas. Ahí, muy cerca de los muros de la prisión de Chihuahua, el pequeño Christopher, de 6 años, fue arrastrado a una pesadilla de la que México aún no ha despertado. Dos primos y tres amigos, de 11 a 15 años, le tomaron de la mano para "jugar a secuestradores" y acabaron matándole tras una larga e indescriptible tortura. En un país donde a la muerte se le erigen altares, este crimen ha desbordado diques y, con su componente infantil, ha puesto a muchos ciudadanos ante el espejo enfermizo de la ultraviolencia. Un fenómeno que Chihuahua conoce bien.
El estado norteño, una de cuyas grandes urbes, Ciudad Juárez, fue durante años la mayor tumba del planeta, registra después de Guerrero la tasa de homicidios de menores más alta de México: 38 por cada 100.000 habitantes. Casi 50 veces más que la española para todas las edades. En este aberrante contexto, la muerte del pequeño Christopher, conocido como El Negrito, podría haber pasado inadvertida, pero el pretendido juego que le acompañó puso el dedo en la llaga: niños emulando secuestradores y, a juzgar por las declaraciones de la policía, yendo mucho más lejos que ellos. "Es un problema de descomposición social, no es un tema policial, sino de pérdida de valores", explicó el demudado fiscal del caso.

Es un problema de descomposición social, no es un tema policial, sino de pérdida de valores
El fiscal del caso
La reconstrucción de la procuraduría revela que, antes de llevarse a Christopher, los menores habían capturado y matado con saña a un perro callejero. Luego, comandados por un chico de 15 años, partieron en busca de otra presa. Eran las diez de la mañana y el pequeño, como tantas otras veces, jugaba en la calle. Fue entonces cuando se topó con la pandilla. Le pidieron que les acompañase a juntar leña. El niño les siguió. No eran desconocidos, sino sus primos, sus vecinos en ese arrabal de miseria y polvo. Al llegar a un arroyo cercano, lejos de las miradas de los adultos, le propusieron el juego del secuestro. Y tras atarle de pies y manos, cruzaron el espejo. Con un palo le asfixiaron hasta hacerle perder la conciencia. Acto seguido, vinieron los varazos, las pedradas, la navaja. El cadáver fue arrastrado hasta un agujero que cubrieron con tierra y maleza. Encima colocaron al perro muerto.
No tardó mucho en abrirse la fosa. Al día siguiente, en plena movilización policial, una madre se acercó a los agentes. Su hijo le había contado lo sucedido. El sábado se halló el cuerpo. Los menores fueron aprehendidos. Los dos muchachos de 15 años se enfrentan ahora a una posible pena de 10 años; las dos chicas de 13 y el chico de 11 son inimputables. Cerrado el caso, se han abierto las preguntas. México ha iniciado nuevamente la lenta digestión del horror.
"Cómo respondemos como sociedad ante un hecho así? ¿Qué ven unos muchachos en su entorno que los hace querer ser secuestradores?", inquirió en un amargo artículo el director del diario Excelsior.

Antes de llevarse a Christopher, los menores habían capturado y matado con saña a un perro callejero
"Es el reflejo de una generación que ha crecido en la idea de que matar no tiene consecuencias. ¿Qué esperamos, si viven en un estado campeón de la impunidad y donde la vida carece de valor? Eso es lo que han aprendido. El único remedio frente esta locura es hacer justicia. Que las instituciones dejen claro que matar en México no está permitido", explicó a este periódico la periodista Sandra Rodríguez, autora de Fábrica del crimen, el estremecedor retrato de un asesinato cometido por menores en 2004 en Chihuahua. En la misma línea, se expresó la Red por los Derechos de la Infancia: "Los miles de homicidios, desapariciones y crímenes impunes no han tenido una explicación oficial para los niños y adolescentes en el país. Cada familia y comunidad ha buscado darles respuestas (u ocultarles la realidad) y no ha tenido éxito".
Las exequias del pequeño Christopher se celebraron el domingo pasado en la funeraria la Luz Nueva, de Chihuahua. Abatida por el dolor y la rabia, la madre exigió justicia y que nadie creyese que aquella barbarie fue un mero juego. "Mi hijo no era un perro", clamó. En la última década han muerto por homicidio en México, 10.876 menores. Christopher es desde el jueves pasado, uno de ellos.


sábado, 3 de agosto de 2013

Asesinos / Las lágrimas de cocodrilo del payaso asesino

Policía y Edgar Javier Bello Murillo, "Payaso"

Salud Hernández

El 'Payaso' asesino

El Tiempo |

Salud Hernández-Mora

Cuando escuché derramar al tal 'Payaso' sus lágrimas no percibí en sus lamentos arrepentimiento sincero por la existencia que extinguió.

Cuando escuché derramar al tal ‘Payaso’ sus lágrimas de cocodrilo en la entrevista con RCN Televisión, en lugar de conmoverme me dio rabia. Ahora lamenta haber matado al gringo porque le aguardan varios decenios en USA, lejos de los suyos. ¿Por qué no lo pensó cuando apuñalaron a un inocente? ¿Acaso le importa segar vidas por plata? Si tanto le preocupó, ¿por qué no corrió a entregarse?
No percibí en sus lamentos arrepentimiento sincero por la existencia que extinguió o por la joven viuda; solo preocupación por su futuro sombrío.

La banda

No sabemos cuántos ‘paseos millonarios’ hizo con su banda ni a cuántas personas estuvieron a punto de liquidar porque se resistieron. Hay que ser muy desalmado, muy hp, para sacar un cuchillo y clavarle cuatro puñaladas a un ser indefenso hasta matarlo por puro capricho.
Él y sus secuaces merecen pasarse la vida en prisión por secuestradores y asesinos, y seguro que eso solo ocurrirá si van presos a Estados Unidos. Además, es un mensaje contundente para el resto de falsos taxistas que delinquen: quien la haga la pagará muy duro.
Con todo y aunque sería justo que a ese ‘Payaso’ le apliquen una condena que compense en algo el mal que hizo, la extradición no es la salida.
El crimen lo cometió en Colombia y, antes que al fallecido, secuestraron a varios colombianos por el mismo procedimiento. El ‘paseo millonario’ se tipifica como secuestro, por lo que tendrían que aplicarles penas altas.

La banda

Además, por mucho que suponga un aviso para otros delincuentes el recordarles lo que les puede ocurrir si atracan al ciudadano “equivocado”, un país no puede seguir declinando su responsabilidad judicial solo por ser consciente de que su justicia hace aguas por todos lados y no da garantías suficientes a la ciudadanía.
Es más, si cualquier víctima del mismo delito supiera que en su caso actuarían con idéntica eficacia y que se llevarían a la banda completa para el norte, se multiplicarían las denuncias. Porque, por desgracia, señalar en un juicio como testigo a un delincuente entraña riesgos porque pueden vengarse, y existe el peligro de que queden libres por el sistema acusatorio, diseñado para favorecer bandidos. Pero ni siquiera ese argumento es válido.
Si este país es un desastre es por culpa de todos, unos por acción y otros por complacencia y pasividad, pero no podemos seguir buscando niñeras externas para que nos solucionen nuestras infinitas carencias.
Los acuerdos de extradición son necesarios, pero aquí se abusa al enviar a miles de supuestos delincuentes cuando se trata de una figura jurídica que solo debería aplicarse con carácter excepcional. Incluso, deberían revisar la remisión de grandes capos, que salen frescos en pocos años por oscuros acuerdos con la justicia norteamericana, cuando aquí cometieron atrocidades con total impunidad.
‘Payaso’ y los otros deben cumplir en Colombia su pena, ojalá que larga, no porque nos hayamos tragado su cuento lastimero de que nadie podrá visitarlo en Norteamérica, sino porque mató en Bogotá, por preservarle sus derechos de ciudadano colombiano (los tiene por muy asesino que sea) y porque, como país, debemos responsabilizarnos de nuestras propias manzanas podridas.
NOTA. Cada vez se evidencia más la participación de las Farc en el paro del Catatumbo. Si los líderes de la protesta fueran meros campesinos, no permitirían que atropellaran a la población de Tibú con métodos terroristas.
Salud Hernández-Mora