Cortázar
Por estos días, con motivo del aniversario número 50 dela publicación de Rayuela (1963), sin duda uno los títulos fundamentales de las letras hispánicas contemporáneas, el nombre de Julio Cortázar ha vuelto a circular y llamar la atención, circunstancia que en el mundo editorial a veces se aprovecha para publicar libros suplementarios que ayuden a explicar la vida o la obra del celebrado.
Ese parece ser el caso de Cristina Peri Rossi, escritora de nacionalidad uruguaya y ascendencia genovesa que fue amiga de Cortázar y de la última de sus esposas, Carol Dunlop, quien murió un par de años antes que el narrador. Peri Rossi recién ha publicado una biografía en la cual, entre otras revelaciones, ha provocada cierta polémica por afirmar que Cortázar murió de SIDA, y no de leucemia, como se ha dicho hasta ahora.
“Seguro, estoy segura… fue de SIDA”, declaró Peri Rossi. “Sus médicos hablaron de un virus desconocido ―y no cáncer― que le restó fuerzas. Luego, ¿cuál es la diferencia entre decir que lo mató un virus desconocido a afirmar que fue SIDA?”
La escritora supone que Cortázar se contagió de VIH en 1984, a causa de una transfusión de sangre recibida en un hospital del sur de Francia, un escándalo médico de la época que afectó a muchísimas personas y que entonces “costó la carrera de un ministro de salud francés”.
“En sí, para los muertos, no cambia nada. Muertos están. Pero lo grave es que murieron antes de tiempo. Los dos eran personas jóvenes, sanas, que podrían haber vivido mucho más tiempo si una negligencia brutal con las transfusiones no hubiera desatado todo”, concluyó Peri Rossi.






Domingo, 25-01-09
La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi publicó un libro, «Julio Cortázar» (Omega), en el que glosa 15 años de entrañable amistad con el escritor y ofrece, con pistas, pruebas y datos, detalles sobre su muerte: «Fue uno de los primeros muertos por sida a raíz de la transfusión que recibió estando en el sur de Francia con su segunda esposa, Carol Dunlop -explicaba ayer a ABC-. Una noche Julio sufrió una hemorragia estomacal y fue trasladado a un hospital donde le renovaron toda la sangre. Julio me escribió: «Cristina, soy un hombre nuevo, ¡tengo dos litros y medio de sangre nueva!». Dos años después, en 1982, Carol muere de una enfermedad desconocida a causa de un retrovirus que producía lo que se certificó como una pérdida de defensas inmunológicas. Al poco tiempo Julio empezó a sentir los mismos síntomas: diarreas, cansancio, infecciones y la última manifestación fue la mancha de sangre en la lengua, el sarcoma de Kaposi. Las pruebas de cáncer dieron negativas. ¿Qué padecía, pues, Julio? Una extraña enfermedad no diagnosticada: pérdida de defensas inmunológicas producida por un retro virus, el llamado sida. Antes de que muriera, el ministro de Sanidad francés fue destituido por la falta de control que había en la sangre».
ABC

Cristina Peri Rossi
ANTONIO ASTORGA | MADRID 
Actualizado Jueves, 12-02-09 a las 04:53

-Siempre se habló de que la leucemia emponzoñó la sangre porteña de Cortázar. Usted sostiene otra tesis: ¿de qué falleció?

-Yo publiqué un libro, «Julio Cortázar» (Omega), diez años después de su muerte. No es su biografía, sino el testimonio de 15 años de amistad muy intensa, y donde cuento los viajes casi secretos que él hacía a Barcelona para verme, o los míos a París para verle. En el libro sostengo, y parece que esto ha causado mucho asombro, que Julio fue uno de los primeros muertos por sida a raíz de la transfusión de sangre que recibió estando en el sur de Francia.

-¿En qué práctica basa su teoría?

-Tengo una carta en la que Julio me cuenta que, estando en el molino reconstruido al sur de Francia donde vivía, una noche sufrió una hemorragia estomacal, y fue trasladado al hospital donde le renovaron la sangre. Julio me escribe: «Cristina, soy hombre nuevo, ¡tengo dos litros y medio de sangre nueva!».

-Hay quienes pensarán que eso parecería una trivialidad.

-Pero dos años después, en 1982, su segunda esposa, Carol Dunlop, muere de una enfermedad desconocida provocada por un retrovirus que producía lo que los médicos certificaban como una pérdida de defensas inmunológicas.

-Al poco tiempo de su muerte, sostiene usted, Cortázar empezó a sentir los mismos síntomas: diarrea, cansancio, infecciones...

-Sí, y la última manifestación fue la mancha de sangre en la lengua, que es el sarcoma de Kaposi. Un amigo mío, excelente persona, médico y poeta, Javier Lentini, le realizó análisis. El resultado era clarísimo: Julio no tenía cáncer.

-¿Qué padecía, entonces?

-Una extraña enfermedad no diagnosticada: pérdida de defensas inmunológicas producida por un retrovirus. Antes de que muriera, el ministro de Sanidad francés fue destituido por la falta de control que había en la sangre que se compraba a la Cruz Roja. Ese retrovirus es el único que ha aparecido en los últimos cien años, y es el llamado sida. Lo contrajo por transfusión de sangre.

-¿Y cómo murió Carol antes que él?

-Muy pocos sabíamos que a Carol Dunlop (que era 30 años menor que él) se le extirpó de pequeñita un riñón, y tenía menos defensas que Julio. Los análisis de sangre de Cortázar arrojaron una enorme cantidad de glóbulos blancos que le defendían de las infecciones. El Ministerio de Sanidad francés no tenía control de la sangre que administraba.

-¿Cuál fue la última vez que vio a Julio?

-En noviembre de 1983, pocos meses antes de morir. Vino a mi casa de Barcelona desesperado. «¡Los médicos no saben nada, Cristina! Dicen que no tengo cáncer; entonces, ¿qué tengo?». Él, tipo tranquilo, sereno, amable, se enojó: «Ningún médico me cura, no saben lo que tengo».

-¿Cuáles fueron los amores de Cortázar?

-Cuando el estado de Julio se agrava en París, Aurora Bernárdez es la mujer que está a su lado. Al morir Carol, Julio hace un testamento por el cual nombra como albaceas a Aurora y a un amigo suyo que es Saúl Yurkievich. Aurora y Julio estaban divorciados. Antes de enamorarse de Carol, él mantenía una gran nostalgia por la relación con Aurora.

-El último gran inédito cortazariano -tres cuentos de Cronopios y famas fugados del libro original-, que adelantó ABC en enero, lo presentó en Madrid Aurora Bernárdez. ¿Qué opinión tiene ella de su tesis?


-Yo no estoy en la foto de su entiero porque aparecían muchos amigos e incluso algunos enemigos que se convirtieron súbitamente en amigos. Pasa siempre. No sé si ha leído el libro, porque Aurora y yo no somos amigas. Mi relación más cercana fue con Carol, pero Julio me confesó que había amado muchísimo a Aurora y sufrido con el divorcio. Era muy tierno. Humano y sensible. En los últimos años él ya no quería tratar con hombres, prefería a las mujeres, que le hablaban de sentimientos y emociones.