JUAN CRUZ 15 AGO 2012 - 20:18 CET

Postal de Siegfried Unseld de 2 de octubre de 1980 desde el Algarve a su editor: “Algunos faltan aquí en la playa (allí donde según Alberti ‘termina la tierra y empieza el mar’). ¿Quién es? Adivínelo. Cordialmente”.. / SUHRKAMP VERLAG
La correspondencia que durante cerca de treinta años (desde 1961 a 1988) mantuvieron el editor alemán Sigfried Unseld (Suhrkampf) y el escritor austriaco Thomas Bernhard (el autor de Trastorno) contiene un resumen atosigante del infierno en que se puede convertir la parte de atrás de los libros, lo que no se ve de los autores, lo que no se conoce de los editores. La propia editorial Surkampf, años después de la muerte de editor y autor (Unseld murió en octubre de 2002, Bernhard falleció en febrero de 1989), decidió publicar esas cartas (y telegramas, el último es de Unseld: “No puedo más”) junto con notas del propio editor en las que en algún momento resume su impresión de Bernhard: es “un chantajista”.
¿Son así autores y editores? La relación Unseld-Bernhard es extrema en todos los órdenes. Miguel Sáenz, traductor de Berhnard al español (y de Günter Grass y de grandes autores anglosajones), y traductor también de esta crucial correspondencia que ha publicado Cómplices Editorial en España, concede que Berhnard “era extraordinariamente irritable”, tenía enfrente a un editor “paciente y muy inteligente” y mantuvo ese pulso (primero por dinero anticipado; después por sus reacciones extemporáneas ante hechos en los que participó; posteriormente, por los títulos de sus libros, por ejemplo) por su carácter “difícil, muy complejo”. Unseld llegó a conocerlo muy bien, lo admiraba y creía, desde antes de que Berhnard cumpliera los cuarenta años, que ese autor que tanta migraña le causaba estaba entre los escritores más importantes de lengua alemana del siglo XX.