viernes, 2 de agosto de 2013

Juegos de palabras / Word or World

Juegos Mundiales
Así luce grabada la medallería de los juegos: 'The Word Games'.
Foto de Santiago Saldarriga

Las medallas de los Juegos Mundiales 

dicen 'Word' y no 'World'

El presidente de la Asociación Internacional de estas justas pidió el cambio de todas las preseas.

Un error, no menor, cometió la Organización de los Juegos Mundiales, las 1.221 medallas de oro, plata y bronce que se entregarán durante las competencias están grabadas con la palabra ‘Word’, que en inglés significa palabra, y no con ‘World’ (mundo), como debería ser. 
Cada vez que los europeos reciben una medalla y después de la respectiva foto, la miran, no pueden evitar reírse, pues la palabra le da otro sentido a la presea que reciben los ganadores de las justas que se realizan en Cali hasta el 4 de agosto. 
Disciplinas como rugby, balonmano de playa, patinaje artístico, gimnasia acrobática, gimnasia rítmica, sumo, ju-jitsu, billar, bolo, batalla de fuerza, escalada, esquí náutico, salvamento, softball, parapente y fútbol de salón tienen su espacio en estos juegos. En total, unos 40 deportes compiten en los Juegos Mundiales de Cali.
El siguiente es el comunicado:
La organización general de los IX Juegos Mundiales Cali 2013, se permite informar:
En el proceso de elaboración de los textos incluidos en las medallas destinadas a la premiación de los Juegos Mundiales, se presentó un error ajeno a la voluntad de esta organización por lo cual presenta disculpas a cada uno de los atletas premiados.
Esta equivocación involuntaria en ningún momento empaña el valor de la medalla ni el merito del triunfo y se están tomando los correctivos necesarios.
REDACCIÓN DEPORTES


¿Se habla español?

Por: FERNANDO QUIROZ |

Fernando Quiroz

Quizás son esas ganas que a veces nos atacan de no ser de acá. De sentir que todo lo que viene de afuera es mejor, más valioso.

El lío con las medallas de los juegos mundiales que se celebran en Cali es una vergonzosa anécdota. Imperdonable, si quieren. Pero más allá de lo bochornoso y de las renuncias que deben llegar, más allá de los mil chistes que se están haciendo –porque en este país no se puede dar papaya: pregúntenles a Shakira y al señor Ublimes–, más allá del sonrojo de muchos y de las disculpas fantasiosas y de los comunicados, más allá de los avivatos que conservarán algunas de las medallas conscientes de que serán tan apreciadas como las estampillas mal impresas –que suelen ser las más costosas–, más allá está esa bobada nuestra con el español, que, no sobra recordarlo, es nuestra lengua materna.
Para un atleta que recorre el mundo de competencia en competencia debe ser más emocionante exhibir en su vitrina medallas en idiomas diversos, algunos incomprensibles; medallas que hablan de sus hazañas y de lo lejos que tuvo que llegar para conseguirlas. Las medallas que se entregaron en Barcelona estaban impresas en catalán, y las que les colgaron a los atletas en Atenas llevaban la leyenda en griego.
Quizás son esas ganas que a veces nos atacan de no ser de acá. De sentir que todo lo que viene de afuera es mejor, más valioso. Por eso le hemos dado tanto valor a la palabra “importado”. Y en los almacenes es de uso diario: “sí señor, vale más, pero es que es importado”.
Preferimos comprar en los outlets, en los drugstores, en los almacenes que exhiben un gigante aviso de “sale” en la vitrina. Nos gustan los cupcakes, y pagamos más por ellos que por las magdalenas –tan linda que era esa palabra- o por los ponqués–. Alquilamos los carros en los rent a car y hablamos por smartphones.
No dudo de la importancia de hablar inglés, ni tampoco de la conveniencia de que exista un idioma con el que uno pueda hacerse entender en cualquier lugar del mundo. Es más, creo que para las nuevas generaciones es un imperativo, y que no hablarlo será, en pocos años, una forma de analfabetismo.
Pero adoro esta lengua con la que fuimos criados. Y la cultivo y trato de emplearla cada vez mejor. Y no quisiera que un día, por cuenta del desuso, las dudas y los titubeos me llegaran al tratar de recordar cómo se llamaban en español ciertas cosas, cómo eran esas palabras sonoras y hermosas que aprendimos de nuestros padres.




Siete cosas que hacen sonrojar a los colombianos

Por Mateo Ponce de León / Especial para Semana.com

BOGOTÁ, 27 DE JULIO DE 2013

En estos días en el país han ocurrido varios hechos que ruborizan a propios y extraños. Aquí están.

1. Medalla de oro al error. 

¿Quién no ha cometido un error de ortografía? ¿Quién no se ha equivocado alguna vez al teclear una letra en un mensaje? Pero de ahí a escribir una palabra equivocada en relieve y en una medalla de oro, máximo galardón para un deportista de altísimo rendimiento, es la tapa. Ocurrió en Cali. Resulta que en las preseas dice textualmente “Word Games”, lo que traduce Juegos de Palabras. Esto porque en su elaboración omitieron la letra l. La frase correcta debió ser “World Games”. Como quien dice: Mirá, vé, oís.

2. El robo a unos jugadores de fútbol de la Liga más cotizada del planeta. 

Muchas personas hacen esfuerzos monumentales para traer extranjeros al país y que comprueben en carne propia que este si es el mejor vividero del mundo. El Sevilla Fútbol Club, uno de los equipos más históricos de España vino a Medellín a jugar un partido amistoso con el Atlético Nacional. Mientras que los futbolistas se deleitaban en el Atanasio Girardot los ladrones hacían de las suyas con el dinero, las joyas, los relojes y los pasaportes del club hispalense. ¡Eh Ave María pues…!

3. Las metáforas del Procurador. 

Para nadie es un secreto que Alejandro Ordoñez tiene unas convicciones religiosas muy profundas que incluso le han granjeado férreos críticos: aquellos que consideran que antepone la fe a lo que dicen las leyes. En los últimos días, sus fieles han quedado perplejos ante sus sonoras y pecaminosas frases: “El Marco Jurídico para la paz nos lo están metiendo con vaselina”; “Que salgan del clóset las personas afines a las Farc”, “Muchos de esos periodistas entre porro y porro y entre pase y pase tienen el deporte de estigmatizar a quienes no aceptamos determinadas ideologías”, “Petro se la fumó verde”. Son algunas de las expresiones del Jefe del Ministerio Público. Perdónalo Señor que no sabe lo que dice.

4. El conductor de los 160 kilómetros por hora. 


Fabio Andrés Salamanca Danderino, de 23 años, conduce a semejante velocidad su camioneta Audi por la Avenida El Dorado. Estrella por detrás a un taxi. En la acción mueren las dos pasajeras Ana Eduvina Torres, de 25 años, y Diana Milena Bastidas, de 26, y queda gravemente herido el conductor. La Policía acude a sitio y no lo detiene porque argumentan que el borracho está “muy estresado”, que “vaya y descanse”. Por eso, algunos reclaman que la justicia es para los de ruana.


5. ¿Un enorme artista o un gran negociante? 

El pasado 26 de junio, la casa de subastas Christie’s (sede Londres) vendió en subasta una obra del artista colombiano Óscar Murillo por la suma de 391.000 dólares ó 756 millones de pesos. Así, Murillo, de tan solo 28 años, se convirtió en uno de los cinco artistas más costosos del arte colombiano, superando al maestro Alejandro Obregón y poniéndose en el mismo nivel de Fernando Botero y Doris Salcedo. Antes de este acontecimiento, Murillo era un completo desconocido. Por eso, algunos de los críticos, que sostienen que sus obras son de gran pobreza estética, la emprendieron contra él en las redes sociales. La polémica se centra en saber si Murillo con ayuda de varias personas acomodó la subasta hasta alcanzar tan sorprendente cotización. Otros en cambio, lo defienden y dice que este artista, oriundo de La Paila (Valle del Cauca), es el más grande talento artístico. ¿Será? Lo cierto es que hasta ahora sus obras no aparecían en exposiciones permanentes o temporales de ningún museo, ni existían monografías sobre su trabajo. El tiempo dirá sí los comentarios en su contra son de gente maledicente.



6. Los perros peligrosos. 


Unas 3.000 personas caminaron con sus perros en Bogotá en rechazo a lo que ellos llaman la estigmatización de la sociedad contra sus fieras mascotas. La marcha fue realizada tras la polémica que se generó en Bogotá, el pasado 11 de julio, cuando un perro pitbull se abalanzó sobre una niña de 7 años y su mamá. A ambas les causó graves heridas, en particular a la niña a la que le desfiguró parte de su rostro. “El malo es el dueño, no el perro”, gritaron los marchantes. El problema fue que muchos de los animales en la movilización no llevaba el bozal y algunos de ellos se trenzaron en grescas con otros participantes. Y eso que perro no come perro.

7. La cultura narco. 

Es tanta la influencia del narcotráfico en la vida del país que a muchos ciudadanos los capos ya les parecen gente normal y no como antes que generaban temor. Sara Builes, la modelo que andaba con John Freddy Manco Torres, alias ‘el Indio’, confesó en un amplio reportaje en Soho que ella nunca tuvo motivos para sospechar de que éste hombre, acusado de secuestro, tortura, desaparición, asesinato y tráfico de estupefacientes, era un vulgar traqueto. No. A ella no le llamó la atención que en menos de cinco meses, la invitara tres veces a Europa, que un fin de semana le dijera vamos a Rio de Janeiro a la reinauguración del Maracaná y de paso vemos jugar a Neymar, y que también para consolidar la breve relación la llevara a vivir a su exclusivo chalet en Madrid, España. Para ella, era normal. “¿Por qué me tenía que pasar por la cabeza que era un narcotraficante, si personas con buenos hábitos de vida viajan por todo el mundo como si nada?”, dijo. Además, es “una persona de buen vestir, aseado, pulcro, que olía bien; inspiraba seguridad por su forma de hablar, de vestir, de mirar, de caminar”. Normal, como todo mundo.



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