viernes, 21 de junio de 2013

Triste, solitario y final / Los últimos años de Cortázar


Triste, solitario y final: los últimos años de Cortázar

Por Andrés Gómez Bravo. La Tercera. | 20 abril de 2010


El gigante argentino estaba desconsolado. La muerte de su tercera esposa, Carol Dunlop, en 1982, lo dejó abatido. Así lo retrata su correspondencia con el poeta Félix Grande, que acaba de ser publicada en una revista española.
Ya no fue más la ciudad del juego, ese laberinto de nubes y buhardillas. Julio Cortázar había llegado a París con una beca en 1952. Y se quedó. Allí fue distribuidor de libros y locutor de radio, y escribió sus mayores obras: de Final de juego a Rayuela.
Allí vivió con Carol Dunlop, su última esposa, y allí la enterró. "Ahora es el hueco, es un París zombie, no puedo escribir ni vivir mientras veo cómo nacen estas palabras y corre la tarde", escribió, a dos semanas de la muerte de la fotógrafa americana.
Era fines de 1982 y el escritor argentino le escribía a su amigo Félix Grande, poeta español que había conocido en La Habana 15 años atrás.
"A esa casa que siempre tuvieron abierta para mí y en la que también entró Carol, a esa casa volveré pronto para estar con ustedes y también con ella, que seguirá junto a mí en todos los viajes que me toque hacer, llegaremos un día los dos, seremos siempre los dos como tú nos ves en esas páginas que me destrozan".
Cortázar moriría dos años después, en febrero de 1984. Su correspondencia con Félix Grande se mantuvo inédita hasta este martes, que es publicada por La Revista Atlántica de Poesía, de Cádiz. "No las he publicado antes por pudor. Me parecía presuntuoso presumir de la amistad de Cortázar", dijo el poeta al diario El País.
Son 30 cartas que retratan los años finales del escritor en París. Cortázar, el gigante argentino, estaba desconsolado. La muerte de Carol Dunlop, producto de una leucemia, en noviembre de 1982, lo dejó en una depresión profunda. Llevaban cinco años juntos. Ella tenía 36; él, 68. Poco antes habían hecho un viaje de 33 días por la carretera que une París y Marsella. Fue "el viaje más lento del mundo" y lo iban a convertir en un libro compartido. Pero Cortázar tuvo que terminarlo sólo. Los autonautas de la cosmopista sería su última obra.
Amor y muerte
Se conocieron en 1977 y se casaron cuatro años después. Carol Dunlop fue el último gran amor de Cortázar. "Era una chiquilla con una inocencia y una dulzura encantadoras. Se hizo muy amiga de mi mujer, Paquita, y consiguió que Julio rejuveneciera. Tras su muerte se fue apagando poco a poco", afirma Félix Grande.
Ella enfermó repentinamente. En septiembre de 1982, Cortázar le escribe a su amigo: "Carol sigue igual, pero el lunes comienza un tratamiento que debería reactivar el funcionamiento de la médula y producir los leucocitos que le faltan. Tiene un coraje admirable y sé que se curará, pero llevará meses hasta salir de esta pesadilla". Pero no se recuperó.
En una carta a Silvia Monrós-Stojakovic, su traductora al serbio, conocida el año pasado, escribió: "Lo que tengo que decirte es horrible: Carol murió el 2 de este mes, después de dos meses en el hospital donde nada pudieron hacer para salvarla".
En la correspondencia con Félix Grande aborda otros temas (Nicaragua, Pinochet), pero la muerte y su enfermedad concentran la atención.
"Sigo bastante enfermo. No pude ir con Tomás Borge a Barcelona y Madrid, y no sabes cuánto lo lamento. Pero creo que estaré mejor en algunas semanas", escribió en 1983.
No fue así, desde luego: tras sufrir una hemorragia digestiva, recibió una transfusión y se contagió de VIH, según Cristina Peri Rossi.
Murió en febrero de 1984 y fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, junto a Carol Dunlop.



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