«Sé lo que estás pensando. Si he disparado cinco o seis balas. Te digo que con este ajetreo yo también he perdido la cuenta, pero siendo este un Magnum 44, el revólver más potente del mundo, capaz de volarte la tapa de los sesos de un disparo, ¿no crees que deberías pensar que eres muy afortunado?»
Clint Eastwood en Harry el sucio
Clint Eastwood
“Es un momento ruin”
Clint Eastwood vuelve a ponerse frente a las cámaras en 'Golpe de efecto'
El actor ha apoyado públicamente la candidatura de Mitt Romney a la Casa Blanca
Presidentes hay muchos. Van y vienen por lo general cada cuatro años. Pero leyendas hay pocas. Y Clint Eastwood, solo uno. Así lo comprobó el 30 de agosto el candidato republicano a la presidencia estadounidense, Mitt Romney. Se las pintaba ufano, queriendo poner una pica en Hollywood y ganar electores aceptando la nominación de su partido bañado en la popularidad de su último ponente y valedor, del mismísimo Harry el sucio, del lacónico hombre sin nombre de los spaghetti western de Sergio Leone, del gruñón de Kowalski en Gran Torino. Pero el tiro le salió por la culata porque, acabada la convención republicana, para bien o para mal, solo se habló de Eastwood. De la leyenda o del viejo loco de 82 años que, con el pelo revuelto y una fragilidad más notable que la que uno espera en sus ídolos, apoyó a Romney y criticó a Obama. Eastwood fue motivo de mofa no por su ideología –él se define como “libertario” y estuvo en contra de la invasión de Irak aunque siempre se ha codeado con el sector republicano de un Hollywood demócrata–, sino por las formas, por ofrecer uno de los momentos más extraños jamás televisados en una convención, un momento improvisado en un espectáculo donde todo está pautado. Pero antes de escribir su obituario, todos han de escuchar a Steven Spielberg diciendo eso de “Eastwood continúa sorprendiéndonos” en un documental que la Warner Bros prepara sobre el actor, director y productor más reverenciado de Hollywood. Eastwood es el ejemplo de lo que a Hollywood le gusta ser, ambicioso y amistoso, siempre aspirando a más, pero rodeado de los suyos, volcado en su arte y respetuoso con lo que hace el resto, longevo pero sabiendo envejecer delante y detrás de la cámara.
Todo esto flota en el ambiente cuando acudo a la entrevista. No es la primera vez, y lo sabe. O es lo suficientemente educado como para estar sobre aviso y hacerme saber que me recuerda, hacerme sentir cómoda incluso en su terreno, en los estudios Warner, casi enfrente de la sala de grabación que lleva su nombre y donde el también músico ha grabado muchas de sus bandas sonoras. Fue un homenaje del entonces presidente de la Warner, Bob Daly, a uno de los pilares de este estudio. La cita llega con una sola advertencia. A Eastwood no le gusta hablar de política, y menos cuando está aquí para promocionar su nuevo estreno, Golpe de efecto, su primer filme como actor a las órdenes de otro tras 19 años trabajando en sus propias obras como director. Aunque es verdad que quien le dirige, Robert Lorenz, es un viejo amigo que ha sido su ayudante en muchos proyectos desde Los puentes de Madison.
Aunque Eastwood fue alcalde de la ciudad de Carmel, donde vive, al sur de San Francisco, es cierto que la política nunca se mezcló directamente ni con su vida ni con su cine. Entonces, ¿por qué ahora? Necesito preguntárselo a alguien que ha vivido muchas otras citas electorales pero que por primera vez apoya a un candidato abiertamente. Tengo que preguntarlo sin más preámbulo, antes casi de que se siente y de que el personal del estudio que se arremolina alrededor de un hombre que por lo general llega solo a sus encuentros con la prensa pueda inmiscuirse. Su sonrisa es franca, y su respuesta, clara y sin titubeos: “Vivimos un mal momento políticamente hablando. Las campañas son cada vez más agresivas y los candidatos no hacen más que intercambiar insultos. Me parece un momento ruin y no tengo la sensación de que vaya a cambiar en breve. Así que necesitamos a alguien que encienda la luz, que muestre el camino y lleve la antorcha”.
Y ese alguien en su opinión es Mitt Romney. ¿Por qué? Es un hombre decente, un hombre de negocios; necesitamos a alguien así que sepa de negocios y sea decente, porque el país está a punto de despeñarse financieramente hablando. Así que esto es lo que espero de él, que sea capaz de inspirar a la gente a ser mejor.
Sin embargo, su cine se sigue resistiendo a inmiscuirse en la política. Nunca lo he hecho. Como mucho, de pasada. Yo me considero lo que llamo un libertario en la vida real, alguien que apoya ocasionalmente a gente de ambos lados. Pero esta vez necesitamos un cambio real, un buen cambio de los tontos que nos gobiernan. Y eso es lo que pienso. O me estoy haciendo viejo, que también es posible [risas].
¿Conoce a Obama? No, nunca he coincidido con él. Me concedió la medalla de las artes a la vez que a otros ocho cuando llegó a su cargo, pero nunca lo conocí. De presidentes, al último al que conocí fue Clinton. O Bush. Uno de esos.
¿Así que lo suyo no es personal?Al revés. Aunque nunca apoyé abiertamente su anterior campaña, pensé que estaría bien contar con un presidente como Obama. Que estaría bien un Gobierno multirracial. Quizá el comienzo de una sociedad sin división de color. Estoy casado con una mujer multirracial y estos temas captan mi atención. Quiero lo mejor para todos. Pero todo va a peor.
En su carrera, dentro y fuera de la pantalla, es conocido como un hombre emprendedor, capaz de tomar las riendas. Lo hizo como alcalde de Carmel. ¿Qué soluciones propone ahora? Recuerdo que Nixon puso en marcha un programa de austeridad con el que se apagaban las luces hasta de la Casa Blanca. Quizá eso sea algo bueno a recuperar, que se debe mencionar. Y encontrar fórmulas para que aquellos que disfrutan de una buena vida, ya sea gracias a lo que recibieron de sus padres o porque son buenos con los negocios, tengan una oportunidad de ser generosos con su país con la promesa de que su contribución se destinará a reducir el nivel de deuda. Estoy seguro de que gente como Warren Buffett [inversor estadounidense que figura entre las mayores fortunas del mundo] o yo mismo contribuiríamos en un plan así. Pero vivimos en una sociedad tan competitiva que nadie lo hace. No se le permite a la gente que sea generosa. Necesitamos más incentivos que animen a la filantropía. Donaciones no forzadas, sino inspiradas. Y es lo que más nos hace perder, que ya no existen fuentes de inspiración.
Más allá de su actual polémica política, algo que nadie le niega a Eastwood es su estatus como eso mismo, una fuente de inspiración que ha sabido mantener sus valores en una dura industria como es Hollywood. Como resume Martin Scorsese en el mismo documental sobre esta leyenda, Eastwood es “el último vestigio” de la edad de oro del cine. Con una carrera que se acerca a los 60 años en cine y televisión, casi 40 títulos como director, 10 candidaturas al Oscar y 4 estatuillas con su nombre (además de un Premio de honor Irvin G. Thalberg que le concedió la Academia a toda su obra), el peso de Eastwood en la industria es indiscutible. Una carrera que parecía poco probable de origen. Nacido en San Francisco en 1930 en el seno de una familia que, como muchas otras, luchó por sobrevivir en medio de la Depresión y la Segunda Guerra Mundial, sin antecedentes en las artes y escasos medios económicos, comenzó su carrera tocando el piano en un club de Oakland a cambio de comida, y siguió como bombero y leñador hasta enrolarse en la guerra de Corea. Todo para ganarse la vida. Fue precisamente mientras formaba parte del Ejército cuando se interesó por el cine; a su regreso se mudó a Hollywood, donde comenzó a trabajar en los estudios Universal, primero como extra, después como protagonista de la serie Rawhide, que le haría una estrella, y de ahí al mundo del cine de la mano de Sergio Leone en esos spaghetti-westernrodados en gran parte en España y que con el paso del tiempo acabaron convirtiéndose en películas de culto. Luego vendría su franquicia como Dirty Harry y el nacimiento de un mito que echó firmes raíces en la dirección.
¿Qué le ha llevado a regresar delante de las cámaras para Golpe de efecto? ¿Echaba de menos la vanidad del actor sin los deberes de la dirección? Lo cierto es que ha sido divertido trabajar solo como actor. Como unas vacaciones. Llegar, hacer mi trabajo, incluso contar con días libres durante el rodaje. La primera vez desde 1993, desde En la línea de fuego. Me gusta dirigir, pero ha sido un cambio agradable.
¿Qué es lo que encuentra en la realización que le falta como actor? Conmigo las cosas nunca están pensadas. Soy una persona que no hace planes, ni a corto ni a largo plazo. Nada está organizado en mi vida. Soy alguien espontáneo que respondo según el momento. La dirección llegó como algo normal. Cuando hice Escalofrío en la noche pensé que podía tener éxito como director. Eso fue todo. Me atrae más la dirección, pero hasta que llega alguien con un reto como actor.
Me resulta difícil pensar que en 19 años nadie más le haya ofrecido un trabajo interesante como actor.Al menos ninguno que haya querido hacer. Si me ha interesado mucho, he querido hacer las dos cosas, actuar y dirigir. También es cierto que a estas alturas la industria me ve como el hombre que hace sus propias películas.
¿Y usted? ¿Cómo se ve Clint Eastwood? ¿Alguien satisfecho con lo que hace? Siempre hay algo más. Así es como me veo. Lo mismo que uno madura con los años, yo aprendo con cada película. El fuera de la ley ha sido una de las que más he disfrutado. Luego vino Sin perdón.Y Un mundo perfecto… En ese periodo de los noventa hice unas cuantas películas con las que logré el éxito, al menos para mí, no hablo necesariamente del éxito comercial. Hablo de satisfacción más que de éxito. Una situación que se repitió en la década pasada con Mystic River, Million dollar baby, Cartas desde Iwo Jima o Gran Torino. En concreto, recuerdo Cartas desde Iwo Jima como algo especial, porque nació del aire, de una pequeña idea que investigué y perseguí hasta construir el guion.
Hablamos de las satisfacciones, pero ¿qué me dice de las lamentaciones? ¿Qué se ha quedado en el tintero de Clint Eastwood? Lo único que lamento es no haber trabajado en la década de los cuarenta con gente como Howard Hawks, Frank Cappa, Preston Sturges o John Ford, porque los admiro. Y estuve muy cerca de [Alfred] Hitchcock y desde luego que habría sido interesante trabajar con él. Pero ahora tendré que hacer mi propia película de Hitchcock [risas]. Pero, en fin, ¿quién sabe? Quizá no me habría gustado. Es muy romántico lo de echar la vista atrás, pero yo no quiero ser uno de esos viejos gruñones para los que lo pasado siempre fue mejor.
¿Qué ha visto recientemente? Me gustó mucho Intocable. Me gustó ver una película sin efectos especiales. YEl artista. Sobre todo pensando cómo convencieron a alguien para que financiara una película muda, en blanco y negro y con un poquito de música. ¿Se imagina la cara? Me gusta ver cine en el cine, pero tampoco veo tantas películas. Porque me alegro de que los Spiderman y los Superman y todas esas hagan dinero, pero ¿tengo que verlas? Hollywood se mueve por modas y la última es hacer películas inspiradas en cómics porque hacen dinero. Antes fueron otras modas, tipo Mi gran boda griega. Una película que no cuesta mucho y hace dinero, la receta perfecta para que Hollywood se interese. A mí no me van las modas. Y he tenido la suerte de no verme forzado por los números, de poder hacer las películas que quiero y contar las historias que me interesan. Unas han funcionado bien y otras no, pero aquí estoy.
¿Y cómo ve a los nuevos Clint Eastwood? ¿Existen? ¡Yo qué sé! Probablemente Bradley Cooper o Justin Timberlake. Depende de cómo les vaya en el futuro. Además, las cosas han cambiado mucho y con tantas revistas en el mercado tenemos estrellas profesionales que ni tan siquiera son artistas. Ni actúan ni cantan, nada. Su profesión es ser estrella. Han cambiado mucho las reglas del juego en Hollywood.
Otra cosa que también ha cambiado mucho en la vida de Eastwood son las mujeres. Casado en dos ocasiones, con Maggie Eastwood y en la actualidad con la periodista hispana Dina Ruiz, 35 años más joven que él, es padre de siete hijos concebidos de cinco mujeres. Algunos de ellos ya están en el cine, como Alison Eastwood, mientras que otros están dando sus primeros pasos, pero literales, como es el caso de Morgan, más pequeña que sus nietos. Una vida longeva no ausente de escándalos, como las denuncias de maltrato de Sandra Locke tras romper con él; o, más recientemente, ese reality show que contra todo pronóstico protagoniza su familia bajo el título de Mrs. Eastwood & Company. También mantiene cierta vanidad; pese a su cordialidad, se niega a posar para instantáneas que no estén sacadas por su fotógrafo. Él se lo puede permitir todo. Porque con filmes como Gran Torino ha obtenido una recaudación de 270 millones de dólares.
Más que un nombre, Eastwood es ya una marca. Hay un comic-bookllamado Clint. Mel Gibson utilizó su nombre en su última película, y una reciente encuesta de la revista Esquire le sitúa entre los hombres más atractivos de Estados Unidos, por encima incluso de Timberlake. ¡No sé quién hace estas encuestas! [risas]. Seguro que le han preguntado a dos secretarias y a un bedel.
¿Y el reality-show, cómo lo explica? Eso son cosas de mi esposa. Organizó ese coro de voces en Sudáfrica que utilicé en Invictus y luego quiso ayudarles a encontrar trabajo aquí. Y una cosa llevó a la otra y a alguien se le ocurrió la idea del reality-show. Mi única condición fue que me dejaran fuera. No es lo mío. Y creo que a ella le está dando más trabajo de lo que esperaba. Pero no quiero hablar por ella. Supongo que le da publicidad y le sacan partido. A alguien le gustará. El mundo de los ordenadores, del Facebook y los reality-shows no me va. Yo soy de los que leen el periódico y me gustan los libros en papel. Me gusta su peso, su olor. Pero si no lo tengo en papel, lo leo en el iPad. Y tengo que reconocer que cada vez leo más libros en el iPad porque la pantalla está iluminada y puedo leer en la cama a oscuras. Pero no me verán utilizarlo para otras cosas. Ni tan siquiera para enviar mensajes. Cuando voy por la calle soy de los pocos que siguen mirando las cosas que le rodean, no voy pendiente de una pantallita. Esa no es mi generación.
¿Y cómo es su relación con los de esa otra generación? Tiene hijos de todas las edades. Siempre escuché que es más fácil ser padre cuando uno tiene más años, y es cierto. Uno es más flexible a medida que va madurando. Un padre joven espera demasiado de sus hijos. Tiene las expectativas muy altas. Con los años van bajando [risas].
¿Y la vanidad? ¿También va a la baja? Tienes que ser realista, cuidarte lo mejor posible y el resto dejarlo a la suerte.
¿Ese es su secreto? También me gusta la meditación. No soy un experto, pero sé que me ayuda a limpiar la mente, a dejarla en un estado de relajación. Yo practico técnicas de meditación desde 1971, todos los días, y me relaja. Tal vez no sea muy diferente a dormir la siesta todos los días, como hacen en España. Quizá sepan algo que los demás ignoramos. Pero en mi caso es la meditación, creo en ella y me parece una buena herramienta para sentirte bien en una sociedad tan caótica como la que vivimos.
"Todo el mundo se pregunta por qué sigo trabajando a esta edad. Sigo trabajando porque siempre hay nuevas historias... Mientras la gente quiera que se las cuente, lo seguiré haciendo."
Clint Eastwood
Clint Eastwood y Dina Ruiz |
Clint Eastwood y su familia se convierten en carne de 'reality show'
La cadena que lanzó a la fama a las hermanas Kardashian introduce cámaras de televisión en la casa del cineasta
¿Qué tienen en común Clint Eastwood y las hermanas Kardashian? Por ahora, nada, pero a partir del 20 de mayo compartirán el dudoso honor de protagonizar un reality show. Y es que en tiempos en que este formato televisivo pierde cada vez más glamour, es el mismísimo cineasta quien clama por afiliarse a este desacreditado gremio. A los 81 años, Eastwood será objetivo de las cámaras de televisión que entrarán en su casa y se convertirá en participante de la transmisión de su propia vida. Su mujer, la periodista Dina Ruiz, protagonizará Mrs. Eastwood & Company, que cuenta con las hijas adolescentes del director (una de su actual matrimonio y otra fruto de su anterior enlace) como actrices principales.
La particular y divertida vida de la familia de una estrella de Hollywood tan aclamada y prestigiosa como Eastwood ha resultado lo suficientemente atractiva para que la cadena de cable estadounidense E! produzca diez capítulos de un reality show basada en ella. El canal describe el programa como “una mirada sin precedentes a la familia sorprendentemente normal que hay detrás de una de las superestrellas más icónicas de todos los tiempos”. Según sus productores, el espacio “invita a los espectadores a convertirse en testigos de la vida de estas personas y prueba que los lazos filiales van mucho más allá que el ADN”.
“A la gente puede resultarle sorprendente la forma en que desarrollamos nuestras vidas y la cercanía poco convencional con que vivimos”, señaló la semana pasada Dina Ruiz, al comentar el próximo lanzamiento. La periodista aprovechó para contar que la banda sonora del programa estará a cargo de Overtone, la boyband descubierta por el matrimonio para musicalizar Invictus, una de las últimas películas del cineasta. “Es imposible no enamorarse de mi banda”, agregó la periodista.
Tras el anuncio de la nueva producción, las críticas no han tardado en hacerse presentes. Y es que la cadena que se ha encargado de la realización del programa es la misma responsable del espacio que hizo mundialmente famosas a las tan poco glamorosas hermanas Kardashian, Keeping up with the Kardashians.
“Nada es más importante para mí que mi familia, sin importar cómo se defina esa palabra”, reconoció el propio Clint Eastwood en un comunicado. Y a pesar de que las declaraciones podrían estar en boca de cualquier padre que se precie, lo que ha llegado a sorprender es oír las palabras: “Estoy realmente orgulloso de mi familia. Son mi fuente de inspiración y diversión”, en la voz del inolvidable Harry, el sucio.
«Parece más alto, delgado y posee más misterio que en el filme Por un puñado de dólares, de Sergio Leone, que se filmó un cuarto de siglo antes. Los años no lo han ablandado, le han dado la presencia de una fuerza feroz de la naturaleza, quizá otorgada por los paisajes del mítico Oeste de fines del siglo XIX, más que nunca en su nueva Unforgiven (Sin perdón)… Esta es su mejor y más satisfactoria interpretación desde la infravalorada Heartbreak Ridge (El sargento de hierro). No hay nadie como él».
Vincent Canby, sobre el papel de Eastwood en Unforgiven (Sin perdón), en The New York Times
La crucifixión de Clint Eastwood
Por Gregorio Belinchón
Madrid, 15 de enero de 2010
Llega a España la implacable biografía de Patrick McGilligan sobre el cineasta - El libro alaba al autor, pero critica ferozmente su personalidad
A Patrick McGilligan se le presupone una piel gruesa, bastante temple. También, grandes dosis de paciencia, olfato de sabueso investigador y mano con la gente. McGilligan es el escritor de algunas de las más soberbias biografías de cineastas: George Cukor, Alfred Hitchcock, Fritz Lang, Robert Altman, una curiosa, la de Oscar Micheaux, el primer director afroamericano... Pero ¿qué ocurre cuando el objeto en cuestión está vivo? "Cuando escribí el libro sobre Jack Nicholson", recuerda el autor a través de un correo electrónico, "él no colaboró, pero no coartó a nadie para que no atendiera mis llamadas o mis cartas. Con Clint Eastwood fue diferente".
Y tanto. Clint Eastwood es uno de los grandes del cine mundial, el actor más taquillero en los años setenta y parte de los ochenta, con 31 películas a sus espaldas como director -y ya está en la 32ª, el thrillersobrenatural Hereaf ter-. A sus 79 años, el hombre sin nombre de la trilogía de Sergio Leone (Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo) es un tipo respetado como pocos, una leyenda del cine y un tipo omnipotente en Hollywood. "Empezó como casi todos mis libros, por un encargo. Eso sí, deben de ser artistas grandes o bastante fascinantes, porque les dedico cuatro años. En el caso de Clint yo ya le había entrevistado y conocía toda su extraordinaria carrera. Intuía que había una historia compleja más allá de la versión publicitaria, pero incluso a mí me sorprendió todo lo que encontré".
El resultado es Clint Eastwood. La biografía (Editorial Lumen), que apareció por primera vez en 1999, 800 páginas que McGilligan ha actualizado hasta el pasado otoño. En España se edita el 22 de enero, siete días antes de que se estrene Invictus, el biopicsobre Nelson Mandela que ya es el penúltimo filme como director de Eastwood.
Arrasador, incisivo, documentado, repleto de declaraciones, el libro avanza por la vida del cineasta como un machete en la selva o, como le gustaría más a él, como el detective Harry Callahan un día de revueltas en San Francisco: con contundencia. Clint Eastwood demandó a McGilligan en 2002 por 10 millones de dólares (unos 6,8 millones de euros) y llegaron a un acuerdo extrajudicial. "Legalmente no se me permite detallarlo. Es un ejemplo más de la costumbre habitual de Eastwood a la hora de resolver sus jaleos legales, con lo que mantiene una imagen muy férrea: todos los documentos y papeles judiciales siempre quedan a salvo del escrutinio público. Pero sí puedo decir que no pagué ni un centavo, que quedó claro que no me había equivocado, y sólo tuve que cambiar algunos párrafos en futuras ediciones, como la española".
La chicha: tras rastrear a sus antepasados desde que llegaron a EE UU -el primer Eastwood nace en ese país en 1746-, el biógrafo arranca la apasionante vida de un bebé, Clinton junior, que el día de su nacimiento, el 31 de mayo de 1930, en San Francisco, pesa más de seis kilos. Al contrario que la anterior biografía del cineasta, la única autorizada, escrita por Richard Schickel, un baboso monumento a la adulación, McGilligan va describiendo las andanzas reales de Clint, y no lo que él ha edulcorado posteriormente. Ni era tan rebelde, solitario o introvertido, ni tan diestro musicalmente, ni con talento interpretativo, ni en contacto constante con la naturaleza -su misma madre, la mujer de la que heredó el amor por el jazz, niega que Clint pasara muchas temporadas en el rancho de la abuela, como afirma la mitología oficial-. Tampoco logró los títulos académicos que asegura, aunque sí fue monitor de socorrismo, como Ronald Reagan, Gary Cooper o John Wayne en sus inicios, y se libró de ir a Corea al ser profesor de natación en el cuartel. El libro avanza a través de su salto -sorprendente- a Holly-wood gracias a su porte, 1,92 metros de estatura y todo músculo fibroso, y a su gancho con las mujeres.
Porque, según el libro, las mujeres y la tacañería marcan la vida profesional y artística de Clint Eastwood. Padre de siete hijos de cinco mujeres (se ha casado dos veces), el cineasta sólo ha sido fiel a su actual esposa. Por las páginas desfilan centenares de mujeres... y amigos, a los que el creador usa, exprime y menosprecia. A unas y a otros les olvida igual: un día deja de llamarles y como si nunca hubieran existido.
Implacable, la biografía muestra cómo racanea hasta un aparato de teléfono a su ex, la actriz Sondra Locke, a la que remata en los tribunales. Tacaño, cada año exige un pavo congelado a Warner para regalárselo a su madre en el Día de Acción de Gracias. Avaro, se queda con un coche de todas sus películas y jamás ha pagado en un restaurante. Machista, en su carrera ha mantenido la tradición de que sus novias encarnen a prostitutas en sus películas.
La lista de damnificados es mayúscula, mientras Eastwood construye poco a poco su leyenda: de la serie Rawhide a los spaghetti westerns de Sergio Leone, y su posterior asentamiento en Hollywood. "Me sorprendió", recuerda McGilligan, "que mucha gente quisiera hablar conmigo. Nadie le había entrevistado en los miles de artículos sobre Eastwood. Alguien que le había dirigido en cine y televisión me dijo: 'Hablaré contigo si prometes no escribir un libro lameculos'. ¡Y yo pensaba que era un íntimo suyo!". Eso sí, hay mucha fuente anónima y miedo. Hasta un profesor de su colegio llamó a la productora de Eastwood, Malpaso, a pedir permiso. No hubo charla.
Recordar su vida es pasear por la peor cara de Hollywood: guionistas menospreciados -labor que nunca le ha interesado a Eastwood, que filma siempre el primer borrador que le llega y a veces no habla con su guionista hasta el estreno-, publicistas mentirosos, abogados destrozavidas... "Eastwood ha batallado duro por controlar su imagen. Es falso eso de que no da entrevistas: hay centenares, pero poquísimas veces con un periodista escéptico. Es un supervendedor de sí mismo, de su imagen y de su cine. Se ha convertido en una personificación de EE UU, y no siempre de sus mejores cualidades".
Nunca ha logrado el Oscar como actor, aunque sí como productor (Sin perdón y Million dollar baby) y director (también por ambas). "Como actor es limitado y ha buscado trabajar con directores que no le han llevado al límite. Como realizador, es extremadamente competente y tiene visión. Pero nunca ha escrito nada y rueda con lo que le cae en las manos, jamás revisa un libreto. No guía a los actores, le suele valer la primera toma y todo lo rodado suele estar en pantalla. No me parece que ésos sean los mimbres de un genio del cine. Me interesa más comoactor-auteur que como director, pero en esa faceta crece día a día", dice su biógrafo. Eastwood debe de estar esperándole a la salida.
Sombras de un genio
- Tacaño. "Cada año exige un pavo congelado a Warner para regalárselo a su madre en el día de Acción de Gracias".
- Avaro. "Se queda con un coche de todas sus películas y jamás ha pagado en un restaurante".
- Machista. "En su carrera se ha mantenido la tradición de que sus novias encarnan a prostitutas en el cine".
- Despreciativo. "No tiene en cuenta a los guionistas. Filma el primer borrador que le llega y a veces no habla con su guionista hasta el estreno. Usa a los amigos, a los que un día deja de llamar como si nunca hubieran existido".
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