Los actores Vincent Cassel y Monica Bellucci. / CORDON PRESS |
Monica Bellucci y Vincent Cassel
se separan tras 14 años
Los actores contrajeron matrimonio en 1999 y son padres de dos niñas
Sus posados conjuntos en los photocall parecían decir “morid de envidia, lo nuestro es para siempre”. Quizás por eso la ruptura entre Monica Bellucci y y Vincent Cassel, tras 14 años de matrimonio y dos hijas en común, haya pillado al mundo por sorpresa, en la recta final del letargo veraniego.
Lo ha revelado la agencia de noticias italiana Ansa, que cita al gabinete de prensa de la actriz como fuente, sin dar mayores detalles sobre las razones de la separación ni la fecha en que se ha producido. La previsible tormenta informativa ha pillado a la intérprete en Serbia, donde rueda bajo las órdenes de Emir Kusturica (Gato negro, gato blanco) la cinta titulada Na mlecnom putu (En la vía láctea). En ella, encarna a una agente de inteligencia en la guerra que cambia de identidad y se enamora del hombre que la ayuda a obtener un nuevo pasaporte. Cassel, por su parte, está a la espera de estrenar una nueva versión de La bella y la bestia con Léa Seydoux como coprotagonista.
Los comienzos de la relación entre la actriz italiana, que el mes que viene cumplirá 49 años, y el actor francés, de 46, se remontan a mediados de los noventa. Él acababa de alcanzar cierto estatus como bestia interpretativa por El odio; ella se había mudado a París en pos de una carrera más internacional. Los escogieron para hacer juntos la película Flash-back (El apartamento). Y nació un amor que compartieron fuera y dentro de la pantalla en varias ocasiones, incluyendo algunos episodios particularmente duros, como el de la película Irreversible, donde Bellucci sufre una violación de 15 minutos en plano fijo. Él mismo ha declarado al Telegraph que “trabajar con alquien a quien quieres lo hace todo más ágil y divertido”.
Desde hace un año, la pareja residía en Río de Janeiro. En febrero, Monica Bellucci desvelaba a Vanity Fair: “Vincent y yo vivimos una vida completamente independiente el uno del otro. No estamos juntos todo el tiempo: sus amigos son suyos y los míos son otro asunto. Ese es nuestro secreto”.
Un secreto y una libertad que le valió altibajos al matrimonio. Ella misma lo delataba a La República hace un año: “Creo en el amor, pero no en la fidelidad. Es lo que me interesa, el amor. De lo demás prefiero no enterarme. Necesito saber que la persona a la que quiero va a estar ahí si la necesito. Creo, entonces, en la fidelidad del corazón. Sobre la del cuerpo tengo más dudas. Una traición de la carne es menos grave. Lamentablemente, no existe una ley que mantenga juntas a dos personas o un contrato que las obligue a seguir. Ojalá existiera. La respetaríamos y todos sabríamos a qué nos enfrentamos. En cambio, no sabemos nada. Y yo también sigo adelante día tras día. Así es cómo funciona una relación de pareja. El hasta cuándo es imposible saberlo”. Sus palabras, leídas hoy, suenan premonitorias.
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